Fidel y el calentamiento Global
Dos mil quinientos científicos reunidos por iniciativa de la ONU en Paris, diagnosticaron acerca de la gravedad en que se encuentra el planeta.
El calentamiento global, producido por el incremento de la emisión de gases de efecto invernadero, ya producen cambios climatológicos muy severos y se prevee que hacia fines de siglo las temperaturas aumenten entre 1.8 y 4 grados centígrados, provocando el deshielo de los polos, con el consiguiente aumento en el nivel de los océanos, ciclones mas frecuentes y disminución brutal de la capa de ozono, entre otras implicancias.
Todo esto, advierten los científicos, se producirá en un 90% por efectos de “la acción del hombre”. Es obvio que el accionar de los monos, los elefantes o las abejas no van a producir gases contaminantes. La génesis del problema está en el sistema capitalista, para el cual lo único importante es la máxima ganancia en el menor tiempo posible.
Para los capitalistas, el futuro es hoy. Por eso no tienen miramientos en destruir los bosques, pudrir las aguas o envenenar el aire.
John Maynard Keynes, padre del capitalismo contemporáneo, decía que “en el futuro estaremos todos muertos”. Esa es la base del pensamiento y la acción imperialista.
Precisamente por eso Estados Unidos no firma el protocolo de Kyoto. Porque debería reconvertir gran parte de su contaminante industria, lo que agravaría su déficit fiscal y comercial.
Decir que el ser humano es el responsable de la destrucción del planeta es hacernos cargo a todos y no hablar de responsabilidades. Por eso en un mundo globalizado, donde abundan las palabras edulcoradas, los científicos deberían llamar a las cosas por su nombre: el capitalismo (a secas) es el gran responsable del calentamiento global y si no se actúa a tiempo el daño será irreversible.
Ya lo adelantó Fidel en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, realizada en Rió de Janeiro, en junio de 1992.
“Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre.
Ahora tomamos conciencia de este problema cuando casi es tarde para impedirlo.
Es necesario señalar que las sociedades de consumo son las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente. Ellas nacieron de las antiguas metrópolis coloniales y de políticas imperiales que, a su vez, engendraron el atraso y la pobreza que hoy azotan a la inmensa mayoría de la humanidad. Con solo el 20 por ciento de la población mundial, ellas consumen las dos terceras partes de los metales y las tres cuartas partes de la energía que se produce en el mundo. Han envenenado los mares y ríos, han contaminado el aire, han debilitado y perforado la capa de ozono, han saturado la atmósfera de gases que alteran las condiciones climáticas con efectos catastróficos que ya empezamos a padecer.
Los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen. La presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos desesperados para sobrevivir aun a costa de la naturaleza. No es posible culpar de esto a los países del Tercer Mundo, colonias ayer, naciones explotadas y saqueadas hoy por un orden económico mundial injusto.
La solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo necesitan. Lo real es que todo lo que contribuya hoy al subdesarrollo y la pobreza constituye una violación flagrante de la ecología. Decenas de millones de hombres, mujeres y niños mueren cada año en el Tercer Mundo a consecuencia de esto, más que en cada una de las dos guerras mundiales.
El intercambio desigual, el proteccionismo y la deuda externa agreden la ecología y propician la destrucción del medio ambiente.
Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida humana.
Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre.
Cuando las supuestas amenazas del comunismo han desaparecido y no quedan ya pretextos para guerras frías, carreras armamentistas y gastos militares, ¿qué es lo que impide dedicar de inmediato esos recursos a promover el desarrollo del Tercer Mundo y combatir la amenaza de destrucción ecológica del planeta?
Cesen los egoísmos, cesen los hegemonismos, cesen la insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño. Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo.
Gracias”
Cuanta sabiduría tiene Fidel. Si lo hubiesen escuchado hace 15 años, la situación ecológica del planeta no sería tan comprometida.
Por último, aprovecho para saludar la lenta, pero firme, recuperación del Comandante.
(*) Foto Ángel Estuardo Vera (Ecuador)
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