domingo, febrero 24, 2008

La Revolución sigue su marcha




Con la designación del Compañero Raul Castro Ruz, como nuevo presidente de la República de Cuba, el parlamento de la isla deja muy en claro la continuidad de los lineamientos votados por el pueblo el pasado 20 de enero. Aunque la prensa burguesa se encargó de ocultarlas, en Cuba se realizan elecciones generales desde 1976, y en las mismas se votan ciudadanos, no partidos, y está prohibido el proselitismo y la propaganda. O sea, la antítesis de lo que se denomina elecciones en todos los países capitalistas, donde generalmente gana el candidato que tiene la billetera más llena, quien promete (y miente) mejor, o quien realiza el mayor fraude (George W. Bush en el 2000).

Con la renuncia de Fidel a ser reelegido en el cargo de presidente y usando como ariete a la prensa internacional Estados Unidos se fue a la carga: se abría una inmejorable posibilidad para liberalizar el sistema político. Los candidatos demócratas Hillary Clinton y Barak Obama, y hasta el presidente George W. Bush no tuvieron empacho en imponer condiciones a las nuevas autoridades cubanas para acceder a la consideración internacional. Elecciones libres y democráticas y apertura económica.

Pero a no engañarnos, al Imperialismo nunca le importó la democracia ni los derechos humanos. Lo avalan los recientes bombardeos en Irak y Afganistán, la cárcel de Guantanamo, su apoyo a Pinochet, Videla, Banzer, Stroessner, Trujillo, Batista, el Sha de Persia y cualquier otro genocida que haya habitado nuestro planeta. Solo desea quedarse con las empresas de teléfonos, gas, electricidad, minería y agua; privatizar la salud y la educación, y reconquistar las propiedades confiscadas y nacionalizadas por la Revolución. Y fundamentalmente poner de rodillas a Cuba, porque esta pequeña isla lo ha derrotado sin miramientos, demostrando que sin explotación se puede vivir con dignidad.

Un capitulo aparte merece el muy lamentable papel jugado por los medios de comunicación durante estos días. Mientras se morían ciudadanos paraguayos por un brote de fiebre amarilla, exigían de mil maneras “cambios” en Cuba, país que gracias a su avanzado sistema sanitario erradicó esta enfermedad hace décadas. Son muy contados los colegas periodistas que han tenido una actitud digna frente al proceso cubano. No es buen negocio estar del lado del más débil. Y como sabemos, a muchos periodistas, solo le interesan los negocios.

miércoles, febrero 20, 2008

La renuncia de Fidel



Por Frei Betto (*)


N del editor: La renuncia del Comandante Fidel Castro a la presidencia de Cuba ha causado una gran conmoción en todo el mundo. Los medios de comunicación casi sin excepción, confían que en la isla se abra un proceso de transición hacia el capitalismo, confundiendo claramente deseo con realidad. Era mi intención referirme al particular cuando encontré este exquisito análisis de Frei Betto, y me pareció un pecado no compartirlo con Uds.

Fidel Castro, de 81 años, renunció a sus funciones de presidente del Consejo de Estado de Cuba y de Comandante en Jefe de la Revolución. Dedicado a cuidar su salud, prefiere mantenerse fuera de las actividades de gobierno y participar en el debate público -que siempre le encantó- a través de sus artículos en los medios. Permanece, sin embargo, como miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba.


El próximo domingo día 24 Raúl Castro, de 77 años, será elegido, por los nuevos diputados de la Asamblea Nacional, para ocupar las funciones de primer mandatario de Cuba.
Es la segunda vez que Fidel renuncia al poder. La primera fue en julio de 1959, siete meses después de la victoria de la Revolución. Elegido primer ministro, chocó con el presidente Manuel Urrutia, que consideró muy radicales las leyes revolucionarias, como la de reforma agraria, promulgadas por el consejo de ministros. Para evitar un golpe de estado, el líder cubano prefirió renunciar. El pueblo salió a las calles apoyándole.


Presionado por las manifestaciones, Urrutia no tuvo otra alternativa que dejar el poder. La presidencia fue ocupada por Oswaldo Dorticós, y Fidel volvió a la función de primer ministro.
Estuve en Cuba en enero de este año, para participar en el Encuentro Internacional sobre el Equilibrio del Mundo, a la luz del 155º aniversario del nacimiento de José Martí, figura paradigmática del país. Regresé a mediados de febrero para otra reunión internacional, el Congreso Universiade 2008, en el que participaron varios rectores de universidades brasileñas.
En ambas ocasiones me encontré con Raúl Castro y otros ministros cubanos. Me reuní también con la dirección de la FEU (Federación Estudiantil Universitaria); con estudiantes de la universidad de Ciencias Informáticas; con profesores de nivel básico y medio; y con educadores populares.


Se engaña quien crea que la renuncia de Fidel significa el comienzo del fin del socialismo en Cuba. No hay ningún síntoma de que sectores significativos de la sociedad cubana aspiren a que regrese el capitalismo. Ni siquiera los obispos de la Iglesia Católica. Con excepción de unos pocos, a quienes no les importaría que el futuro de Cuba fuese equivalente al presente de Honduras, Guatemala o Nicaragua. Además, ninguno de los que salieron del país continuó la defensa de los derechos humanos al insertarse en el mundo encantado del consumismo.


Cuba no es reacia a los cambios. El mismo Raúl Castro desencadenó un proceso interno de críticas a la Revolución a través de las organizaciones de masas y de los sectores profesionales. Son más de un millón de sugerencias las analizadas por el gobierno. Los cubanos saben que las dificultades son enormes, pues viven en una cuádruple isla: geográfica; única nación socialista de Occidente; desprovista del apoyo que le daba la Unión Soviética; bloqueada hace más de 40 años por el gobierno de los EE.UU.


A pesar de todo ello el país mereció elogios del papa Juan Pablo II con ocasión de su visita en 1998. En el IDH 2007 de la ONU el Brasil se alegró de figurar en el puesto 70. Los primeros setenta países son considerados los mejores en calidad de vida. Cuba, donde no se paga nada por el derecho universal a la salud y educación, figura en el puesto 51.


El país presenta una tasa de alfabetización del 99.8%; cuenta con 70.594 médicos para una población de 11.2 millones (1 médico por cada 160 habitantes); un índice de mortalidad infantil de 5.3 por cada mil nacidos vivos (en los EE.UU. son 7, y en Brasil 27); 800 mil diplomados en 67 universidades, en las que ingresan cada año 606 mil estudiantes.


Hoy día Cuba mantiene médicos y profesores trabajando en más de 100 países, incluido Brasil, y promueve en toda América Latina la “Operación Milagro”, para curar gratuitamente enfermedades de los ojos, y la campaña de alfabetización “Yo sí puedo”, con resultados que convencieron al presidente Lula a adoptar el método en el Brasil.


Habrá, sí, cambios en Cuba cuando cese el bloqueo de los EE.UU.; cuando sean liberados los cinco cubanos presos injustamente en la Florida por luchar contra el terrorismo; y si la base naval de Guantánamo, utilizada ahora como cárcel clandestina -símbolo mundial del irrespeto a los derechos humanos y civiles- de supuestos terroristas fuera devuelta.


No esperemos, sin embargo, que Cuba quite de las entradas a La Habana dos carteles que nos avergüenzan a nosotros los latinoamericanos, que vivimos en islas de opulencia rodeadas de miseria por todos lados: “Cada año 80 mil niños mueren víctimas de enfermedades evitables, Ninguno de ellos es cubano” y “Esta noche 200 millones de niños dormirán en las calles del mundo. Ninguno es cubano”.

(*) Tomado de www.viejoblues.com

sábado, febrero 16, 2008

Devorar a Bolivia, objetivo de la Casa Blanca




Por Joaquín Rivery Tur (*)

El gobierno de Evo Morales prácticamente no posee medios de difusión masiva para propagar las ideas que promueve y las medidas que emprende, pero se mantiene fuerte a pesar de los ataques incesantes de la derecha oligárquica y de la embajada de Estados Unidos en Bolivia.

Periódicamente, la prensa del país recoge las diatribas de los derrotados políticos de los partidos tradicionales -aún con fuerza- y las denuncias gubernamentales de las intromisiones norteamericanas en los asuntos internos bolivianos.

EEUU no desea de ninguna forma perder las enormes ventajas con que contaba en el territorio más pobre de América del Sur hasta el gobierno de Sánchez de Lozada. Washington ha hecho tarea priorizada en América Latina deshacerse del gobierno popular de Evo Morales y del Movimiento al Socialismo (MAS) y para ello maneja a su antojo a la oligarquía local, quizás una de las más retrógradas del continente y de las más sumisas a las orientaciones de la Casa Blanca.

Aparte de la tendencia separatista que la embajada de la Unión alienta en los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, los servicios de espionaje estadounidenses han conspirado casi abiertamente con la derecha para derrocar a un gobierno electo, según las reglas que ellos mismos han establecido.

Bolivia era, hasta el triunfo arrollador de Evo, un coto privado de las transnacionales norteñas. La misión diplomática que encabeza el conspirador Philip Goldberg emplea profusamente las llamadas organizaciones no gubernamentales y las autoridades de departamentos (provincias) enemigas del gobierno y de sus planes de acabar con la pobreza, la ignorancia y la insalubridad.

Los dos ejemplos más recientes de la injerencia norteamericana acaban de salir a la luz. El primero de ellos es la ratificación de que el Comando de Operaciones Especiales (COPES), supuestamente boliviano, era en realidad un organismo de inteligencia con sostén financiero y tecnológico de USA, y por ello el ministro de Gobierno, Alfredo Lada, anunció su desmantelamiento.Resultaba tal el dominio que la superpotencia ejercía en Bolivia que se daba el lujo de mantener allí una agencia de inteligencia particular, cuyos informes iban directamente a la embajada y no al gobierno. Solamente se puede concluir que también conspiraba contra lo que Evo Morales y su equipo hacen a favor de las mayorías, de la redistribución de la riqueza y del rescate de recursos naturales.

El segundo elemento de la andanada contra el proyecto político y social del MAS se suma a la estrategia del desmembramiento territorial promovido por la burguesía de Santa Cruz, pero en su variante de fusión con la ofensiva de Estados Unidos a favor de los tratados de libre comercio (TLC).

Según las últimas informaciones, seis gobernadores de la derecha enviaron una carta a Washington, en la que abren la posibilidad de negociar un TLC con ese país, a pesar del rechazo a esa posibilidad por el presidente Morales.

Si los enemigos políticos del MAS se lanzan a una carrera de tal magnitud, como anunció el prefecto (gobernador) de La Paz, José Luis Paredes, es porque cuentan con un plan separatista apoyado por la Casa Blanca.

De otra forma sería inconcebible. Con estos intentos, Estados Unidos y sus aliados bolivianos están demostrando que la llamada Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos es papel muerto. No admite posiciones contrarias a las aceptadas por el Departamento de Estado, aunque estén sustentadas en todos los principios de la democracia representativa, que tanto dicen defender.

Paredes hizo un discurso amenazante con ínfulas de asustar. Si los norteamericanos -alegó- se tornan renuentes a extender las preferencias arancelarias otorgadas a Bolivia y Perú (vencen en febrero), armará una comisión de gobernadores y empresarios para negociar un TLC “más allá de la autorización del gobierno central”.

El planteamiento deviene contrario a la Constitución, tanto a la antigua, a punto de perecer, como a la nueva ya aprobada por la Asamblea Constituyente. En la práctica se insiste en crear otro Estado.

De todas formas, una cosa es proclamar una idea y otra materializarla, sobre todo con el enorme respaldo de indígenas, trabajadores y campesinos con que cuenta el gobierno de Evo Morales.

EEUU ansía devorar a Bolivia, pero es difícil que las masas dejen perder su oportunidad con los brazos cruzados, pues nunca antes el presidente, ministros y altos funcionarios habían salido de sus filas, como ahora. Es de suponer que peleen para defender sus conquistas.

(*) tomado de www.rebelion.org