Una candidata confiable… para el Imperio
A solo 3 semanas de las elecciones presidenciales, la candidata oficialista Cristina Fernández de Kirchner encabeza todas las encuestas, con algo más del 40% de las adhesiones.
De acuerdo al sistema electoral argentino, la mayoría se consigue superando el 45 % de los sufragios positivos (descartando los votos nulos y/o en blanco). Si la primera minoría consigue entre el 40 y el 45 % de los votos positivos y tiene una diferencia de más de 10 puntos sobre el segundo, también le alcanza para convertirse en ganador del comicio. Solo hay segunda vuelta cuando no alcanzare el 40%.
La oposición va dividida en 12 listas de todos los colores y gustos. Al haber explotado el sistema político con la crisis del 2001, los partidos tradicionales ya no marchan solos sino que proliferan las coaliciones. No como una forma de lograr consensos y aglutinar voluntades tras un proyecto superador, sino como la única forma de tratar de hacer frente al desencanto y la apatía.
La centenaria Unión Cívica Radical no presenta aspirante a presidente, aunque lleve candidatos en por lo menos 3 listas. Lo mismo pasa con el justicialismo con el agravante que ni aún estando en el poder, puede llamar a internas abiertas y elegir un único candidato.
¿Que propone Cristina Kirchner para seducir al electorado y triunfar en los comicios? No lo sabemos, ya que no acepta ni reportajes ni debates. Sólo participa de actos oficiales y cuenta con el aparato propagandístico y económico del Estado, que a través de la tv la muestran como una gran estadista.
¿Qué propone la oposición para derrotarla? Nada, tampoco. Se limita a denunciar hechos de corrupción, como la bolsa con 100.000 dólares encontrada en el despacho de la ministra de Economía; el falseamiento de las estadísticas del costo de vida o a criticar al gobierno por su acercamiento al presidente venezolano Hugo Chávez. No figuran en la agenda opositora mejorar la distribución del ingreso ni reestatizar las empresas privatizadas que brindan cada día un peor servicio. Ni tampoco la cada vez más descarada sumisión a las políticas guerreristas de Estados Unidos e Israel. Y aquí quisiera detenerme. Argentina está siendo usada como ariete contra la República Islámica de Irán, La excusa es inculpar a Irán por ser el autor intelectual y material de los atentados contra la AMIA y contra la embajada de Israel. Y para ello, nada mejor el papel que está jugando Cristina, que pertenece a la comunidad judía y que participa activamente, tanto en reuniones dentro como fuera del país (en los últimos meses participó de dos reuniones del movimiento sionista, una en Caracas y otra en Nueva York).
Se esperan grandes turbulencias. La economía se está agrietando, la pobreza estructural no cede y supera el 30%, el Banco Central sigue acumulando reservas (44.000 millones de dólares), los hospitales siguen sin vendas ni gasas, las cosechas baten records año tras año, la deserción escolar también. Y con este panorama, la izquierda se da el lujo de presentar 5 candidatos a presidente. Cuando todo esta para construir, desde el campo popular pareciera que sólo sabemos dividir.
De acuerdo al sistema electoral argentino, la mayoría se consigue superando el 45 % de los sufragios positivos (descartando los votos nulos y/o en blanco). Si la primera minoría consigue entre el 40 y el 45 % de los votos positivos y tiene una diferencia de más de 10 puntos sobre el segundo, también le alcanza para convertirse en ganador del comicio. Solo hay segunda vuelta cuando no alcanzare el 40%.
La oposición va dividida en 12 listas de todos los colores y gustos. Al haber explotado el sistema político con la crisis del 2001, los partidos tradicionales ya no marchan solos sino que proliferan las coaliciones. No como una forma de lograr consensos y aglutinar voluntades tras un proyecto superador, sino como la única forma de tratar de hacer frente al desencanto y la apatía.
La centenaria Unión Cívica Radical no presenta aspirante a presidente, aunque lleve candidatos en por lo menos 3 listas. Lo mismo pasa con el justicialismo con el agravante que ni aún estando en el poder, puede llamar a internas abiertas y elegir un único candidato.
¿Que propone Cristina Kirchner para seducir al electorado y triunfar en los comicios? No lo sabemos, ya que no acepta ni reportajes ni debates. Sólo participa de actos oficiales y cuenta con el aparato propagandístico y económico del Estado, que a través de la tv la muestran como una gran estadista.
¿Qué propone la oposición para derrotarla? Nada, tampoco. Se limita a denunciar hechos de corrupción, como la bolsa con 100.000 dólares encontrada en el despacho de la ministra de Economía; el falseamiento de las estadísticas del costo de vida o a criticar al gobierno por su acercamiento al presidente venezolano Hugo Chávez. No figuran en la agenda opositora mejorar la distribución del ingreso ni reestatizar las empresas privatizadas que brindan cada día un peor servicio. Ni tampoco la cada vez más descarada sumisión a las políticas guerreristas de Estados Unidos e Israel. Y aquí quisiera detenerme. Argentina está siendo usada como ariete contra la República Islámica de Irán, La excusa es inculpar a Irán por ser el autor intelectual y material de los atentados contra la AMIA y contra la embajada de Israel. Y para ello, nada mejor el papel que está jugando Cristina, que pertenece a la comunidad judía y que participa activamente, tanto en reuniones dentro como fuera del país (en los últimos meses participó de dos reuniones del movimiento sionista, una en Caracas y otra en Nueva York).
Se esperan grandes turbulencias. La economía se está agrietando, la pobreza estructural no cede y supera el 30%, el Banco Central sigue acumulando reservas (44.000 millones de dólares), los hospitales siguen sin vendas ni gasas, las cosechas baten records año tras año, la deserción escolar también. Y con este panorama, la izquierda se da el lujo de presentar 5 candidatos a presidente. Cuando todo esta para construir, desde el campo popular pareciera que sólo sabemos dividir.
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