martes, diciembre 19, 2006

Que se vayan Todos




Se cumplen cinco años de la caída del gobierno de Fernando De la Rua, y de los trágicos sucesos que terminaron con la vida de 37 argentinos, luego de una feroz represión.

Con la perspectiva que nos da el tiempo transcurrido, intentaremos hacer un análisis de sus causas.

El 14 de octubre de 2001, se realizaron elecciones legislativas nacionales y provinciales para renovar la mitad del parlamento. La Alianza (coalición de la Unión Cívica Radical y el Frepaso) llevaba dos años de gobierno y no había cumplido ninguna de sus promesas electorales.

No sólo continuo la política económica de Carlos Menem, sino que a instancias del vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez, introdujo en el gobierno nacional al otrora Superministro de Economía Domingo Cavallo.

El peso de la deuda externa era insostenible y con la batuta del FMI se intentaron diversos planes. Entre los más resonantes podemos mencionar el salvataje financiero y el blindaje con la participación del Banco Mundial y de la Comunidad Económica Europea, encabezada por España.

El peronismo, que había sido derrotado en las presidenciales del ’99, estaba buscando un nuevo liderazgo. Con Menem detenido en una quinta, por la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia, sus acólitos -en alianza con el cavallismo- llevaron a Daniel Scioli como candidato a diputado nacional por la Capital Federal. El mismo que ha sido bendecido por el actual presidente Néstor Kirchner para ser gobernador de la provincia de Buenos Aires en el 2007. Borges solía decir que los peronistas, no son ni buenos ni malos. Son incorregibles.

Pero sigamos en el 2001.En medio de una crisis económica y social inédita, la izquierda seguía sin encontrar una política y un discurso de acercamiento a las masas.

A lo largo y ancho del país había un repudio generalizado a los partidos políticos y a sus metodologías que se convirtió en masivos votos en blanco y anulados, lo que se llamó el “voto bronca” Los electores recurrieron a las formas mas variadas para impugnar el voto: desde colocar una foto de Maradona en el sobre, o una tira de Mafalda, o simplemente un trozo de papel higiénico.

En Capital Federal los votos en blanco-nulo sumaron el 25% del electorado, en Buenos Aires el 20% y en Santa fe el 39%, por citar algunos casos. Más de 10 millones de personas no votaron, impugnaron su voto, o directamente no concurrieron a votar, sobre un padrón de 24 millones.

El peronismo se impuso en 17 de los 24 distritos y los tiempos del gobierno se acortaron dramáticamente. Eduardo Duhalde, en su carácter de senador electo, sostuvo en un reportaje publicado el 16 de octubre por el matutino “La Nación”, que “hay una sensación de que De la Rúa no llega, y eso va a terminar en lo que se llama la profecía autocumplida”. A buen entendedor, pocas palabras.

A comienzo de diciembre, el gobierno ya no podía parar la fuga de divisas y el retiro de depósitos bancarios e ideo una retención de los mismos por espacio de 90 días, en lo que se denominó el “corralito”. Solamente se podían retirar de las cuentas bancarias $250 por semana, inclusive de las cuentas salariales. Los depósitos a plazo fijo quedaban retenidos por igual lapso.

El último manotazo de ahogado fue el megacanje de la deuda externa, y la política de “déficit cero”, para tratar de cerrar las cuentas públicas. Pero los días estaban contados. La noche del 19 de diciembre, las clases media y alta con cacerolas y sartenes en mano, salieron a reclamar la devolución de los depósitos, en una marcha organizada a la casa del ministro Cavallo. También hubo movilizaciones en los barrios capitalinos de Almagro, Caballito, y en el centro de la ciudad.

El 20 de diciembre el pueblo se movilizó a Plaza de Mayo, y el gobierno respondió decretando el estado de sitio y la represión a los manifestantes, lo que causó 5 muertos en la Plaza. Paralelamente comenzaron los saqueos a los supermercados, organizados por los punteros políticos peronistas y con la complicidad de las policías regionales.

Por la tarde, De la Rua renunció, pero la movilización siguió unos cuantos días más, en la cual jugaron un papel fundamental las Asambleas Barriales. En una semana pasaron 5 presidentes y finalmente Duhalde es elegido con acuerdo de la Asamblea Legislativa, para ocupar el cargo.

La primera medida que tomó fue devaluar y salir de la convertibilidad, exigencia primordial de la burguesía industrial que lo apoyaba. .

La Alianza significó una gran frustración para la sociedad que había depositado en ella sus ilusiones para enfrentar la política privatista de entrega al capital transnacional, el sometimiento a los dictados del Fondo y la corrupción institucionalizada.

Pero lo que todavía no sabe la clase media es que la burguesía y la pequeña burguesía (ideología dominante tanto en radicales como frepasistas) nunca van a encabezar un proyecto liberador.


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